El neoliberalismo está creando caos y desorden; sin embargo, enfrente, es obvia la "crisis de alternativa": pobreza de propuestas, debilidad manifiesta de las fuerzas del cambio, tibieza de programas.
Trataré de sistematizar algunos ejes contra la crisis:
1º. Identificar el OBJETIVO
(y no confundirlo jamás)
No es enemigo ni el inmigrante, ni el compañero de trabajo, ni el obrero de otro país, ni el que tiene un trabajo fijo, ni el chino de todoacién... Son los objetivos: el empresario sin escrúpulos; el operador financiero; el especulador; el ejecutivo de las finanzas; el corrupto (en la legalidad o no); el político conservador al servicio de los anteriores (que está o estará en nómina); o el socialdemócrata convertido a la cómoda deriva del laissez-faire.
Identificados, deben ser combatidos sin tregua. Con el otro ojo, miremos al que calla, tolera, consiente, agrava u oficia de cómplice. Lo dice V. Grossman, "hay también otros seres cuya moral se ha atrofiado, seres dispuestos a consentir cualquier crimen con tal que no se sospeche que están en desacuerdo con las autoridades".
2º. Reivindicar la POLÍTICA como instrumentoUna de las mayores conquistas de la civilización occidental es haber separado la religión de la política: llevada aquella a la esfera individual, el terreno del debate público se hace más operativo y menos sangrante porque el opositor ya no es un hereje. Queda ahora otra revolución pendiente: separar la economía de la política. No puede ser que tenga el poder real quien no se ha presentado a unas elecciones o bien que quien se presenta responda exclusivamente a los intereses de esa minoría propietaria.
La alternativa esMÁS POLÍTICA democrática y participativa; y negativa rotunda a que el voto sea dimisionario, una dejación de poder únicamente revalidada cada cuatro años.
3º. Reivindicar el principio de IGUALDAD
Porque, sin ella, ni la libertad ni la fraternidad son posibles. Es una igualdad que reconoce la diferencia porque, en lugar de convertirla en discriminación, la añade al sumando en calidad de variedad y riqueza. Y una igualdad que se hermana con la libertad: el comunismo hizo incompatible la lucha de clases con la libertad y el resultado final fue un monstruo impresentable.
El combate por la igualdad es una batalla permanente a favor del mismo marco de oportunidades para todos, mientras se lucha, en consecuencia, contra cualquier privilegio. Un mundo en el que el 0’60% de la población tiene el 66% de la riqueza no es soportable.
4º. Reivindicar el DERECHO como programa
Este trabajo ya está hecho: la pasada centuria vino a sistematizar los derechos humanos (los de primera y los de segunda generación) que son, en su esencia, todo un programa político. Libertad de conciencia, libertad de expresión, derecho al sufragio universal...; su cumplimiento es el objetivo a
conseguir. La acción política debe imponerse como tarea el hacerlos efectivos y salvar la diferencia –que no es poca- entre, por ejemplo, el derecho al trabajo y tener un puesto de trabajo.
La ideología empresarial (¿hay, acaso, otra en la actualidad?) desborda lo puramente económico y no se limita a la dirección de la producción: además de establecer los niveles salariales, se erige de forma absolutista en el centro de trabajo donde quedan suspendidas la libertad de expresión, la libertad de elección, el derecho de huelga y manifestación, la libertad de movimientos,... No debe haber ámbitos vedados ni a la democracia ni al ejercicio de los derechos.
5º. Reivindicar la SOLIDARIDAD
El darwinismo social impone el culto al triunfador e instaura como norma de todas las prácticas la competencia, la lucha de todos contra todos. "Dejemos que quiebren los fracasados", este es el clamor del Tea Party. Sin embargo, es la solidaridad (social, familiar y de otras clases), la ayuda mutua, etc. las que finalmente impiden que el orden social se hunda en el caos, a pesar del crecido volumen de población precarizada. La redención o es comunitaria, y a través de la sociedad, o no será: es una minoría la encargada de infligir el sufrimiento inútil; corresponde a la mayoría solidaria primero aliviar este padecer y, después, suprimirlo.
6º. Reinventar la UNIDAD
¿Alguien duda de que una acción conjunta del sindicalismo europeo sería capaz de neutralizar este IV Reich de Merkel? La Internacional Sindical lleva más de una generación de retraso con respecto a la del capital. Se requiere de una acción directa contra esta globalización neoconservadora, una alianza de los movimientos populares que cuentan con la fuerza de millones de personas, por encima de burocracias exclusivamente preocupadas por su perennidad o de crispadas élites corporativas o nacionalistas.
Estamos, no cabe duda, ante un ataque violento orquestado en el periodo Thatcher-Reagan y que se ha recrudecido desde la crisis bancaria. Aparcando las divergencias, este nuevo fascismo hay que enfrentarlo a una política frentepopulista porque el riesgo de fractura social es inminente. Centrarse en los mínimos comunes denominadores y aparcar las diferencias. La ocasión lo merece porque debe canalizarse el descontento.
7º. Reivindicar la REFLEXIÓN
No es necesario saber de qué está hecho un misil para estar en contra de la fábrica de armamentos y, sobre todo, para conocer que puede acabar con tu vida. Sin embargo, esto no evita el pensamiento ni el conocimiento. Es necesario ‘pulir’ los argumentos y aquellos elementos que te llevan a la lucha.
Y esto por dos razones: una porque hace más fuertes tus convicciones; y otra, porque permite mejorar tus ideas para el convencimiento de otros. Hay una confrontación ideológica y no basta con sentir que te opones sino saber por qué lo haces. Se deben aplicar esquemas de racionalidad a nuestro relato (justificar los ‘noes’) y comprender muy bien las claves en las que se mueve el contrario, que también construye el suyo (lo han venido elaborando pacientemente; han ido creando sus canales de difusión, sus fundaciones...).
Informarse, debatir, estudiar, confrontar... Es clave tener razón, en primer lugar; y, después, saberla defender. Y, para esto, hay que reflexionar, hay que abrirse al debate de ideas. Diferente es, la
manifestación de las mismas: en una sociedad comunicacional, las ideas se presentarán claras y directas. Se susurran al amigo; se hablan con el tibio; se gritan al enemigo.
8º. Reivindicar la ORGANIZACIÓN
Apostar por la "célula variable" en red con los partidos y sindicatos de la izquierda. Creatividad, imaginación, utilización de las nuevas redes sociales, universos autónomos de producción de ideas, consecución racional de fines elaborados y aprobados colectivamente, mecanismos asamblearios, liderazgos ocasionales y específicos, militancias laxas y no eclesiales... flexibilidad organizativa sobre objetivos puntuales, retroalimentación de los grupos, coordinación libre.
Movimientos generados desde la base que constituyan células variables para actuar localmente y pensar globalmente.
9º. Para ACTUAR
Pensar no delinque pero la derecha actúa. Hay que ocupar la calle, el puesto de trabajo, el escenario, el taller, el aula, la fábrica, la oficina. La protesta tiene que hacerse visible, con fórmulas cada vez más imaginativas, y ser molesta al que legisla en contra de la mayoría.
El agente del poder sentirá que no está solo en escena, que tiene un costo su proceder, que no es gratis. Si su actuación le va a valer un ascenso en el trabajo, en el ascensor de su casa se encontrará con el rechazo del vecino y de los compañeros subordinados; si por aplastar a la mayoría le aumentan el sueldo, en el bar se verá señalado cuando se tome una cerveza. Cuando inaugure un desastre, que salga por la puerta de atrás. La acción será como la lluvia fina que cala poco a poco, que no espera la satisfacción inmediata, que trabaja a medio plazo, que es persistente y continuada.
Como no defienden ideas sino los intereses de unos pocos, como piensan en términos de costo, su acción les debe resultar poco rentable. La protesta triunfará (ya ha pasado en la historia) cuando quieran pegar unos carteles y no encuentren quien lo haga.
10º. Y entronizar la UTOPÍA
Según Raymond Ruyer, "un pueblo libre es un pueblo que todavía es capaz de imaginar algo distinto de lo que es". Los perfiles contrautópicos del neoliberalismo se perciben con nitidez clara y rotunda: un mercado puro y perfecto que suponga la destrucción de todas las resistencias colectivas. El desafío es reinventar la utopía social, política y cultural.
Y la primera piedra de la utopía es -como recuerda P. Musso con palabras del siglo XVI- la firme decisión de no servir más:
Aquel que tanto os domina no tiene más que dos ojos, dos manos, un cuerpo y ninguna otra cosa que no tenga cualquier otra persona de las muchas que viven en nuestras ciudades. Pero sí posee el poder que le concedéis para destruiros. (...) Sed firmes en no servir más y seréis libres (...) Es el pueblo el que se deja avasallar, el que se degüella, el que, pudiendo elegir entre ser siervo o ser libre, abandona la libertad y elige el yugo, el que consiente su mal o, peor aún, lo persigue.
Etienne de La Boétie, Discours de la servitude volontaire, 1549.
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