11 de mayo de 2015

Ante los próximos comicios Carlos Sarasa nos invita a compartir sus pensamientos.

REFLEXIONES DEL POSEEDOR DE UN VOTO EN GRADO DE TENTATIVA

Permitidme comenzar con un voto particular, como el del magistrado que quiere dejar constancia de su desacuerdo por una sentencia alcanzada, por mayoría, en su tribunal.
Me apetece curiosear sobre la utilidad del voto inútil, que el voto útil ya ha demostrado su discutible utilidad.
También quiero haceros partícipes de mis reservas por la despersonalización y el servilismo de la denominada disciplina de voto y mis dudas acerca de la calidad del voto de calidad, investido – demasiadas veces- de una dudosa autoridad consecuencia –en muchos casos-  de una carga ideológica demasiado previsible políticamente.

Es verdad que estoy resentido porque mi voto sufre demasiadas andanadas de fuego amigo e inexplicables órdenes de alejamiento; que estoy cansado de legitimar, con mi voto, mentiras, incumplimientos de programas, despropósitos más o menos sangrantes y diferidos, y que –a estas alturas- me apetece, únicamente, hacer votos por el pronto restablecimiento de la honestidad y la dignidad y que  casi preferiría tener voz en vez de voto.

Confieso que me inquieta el voto de castidad, tan asociado a pestilentes aromas de pederastia y a sus miserables intentos de justificación; me inquieta el voto de obediencia, versión eclesiástica del adocenamiento político derivado de la disciplina de voto; me inquieta el voto de pobreza, que supura indecente hipocresía descolgada –últimamente- por los áticos purpurados y tantas  conductas de financiación inmorales…
Reflexionando acerca de la debilidad enfermiza por los áticos, que demuestran los políticos y los eclesiásticos, en casos de despilfarros y corruptelas, he encontrado como única explicación, ante semejante inclinación obsesiva, que los políticos quieren estar lejos de la  tierra y los eclesiásticos, cerca del cielo... lo cual… tampoco debería extrañar demasiado.

Entre la corrupción, disculpada rayando el cinismo, y los recortes sociales, miserablemente justificados  (en este punto no me extenderé en explicaciones por no ofender vuestra inteligencia) me siento a esperar la próxima traición.
Han sido tantas  las desilusiones que mi voto ondea a media asta, en señal de duelo.

Pero, será que el escaso respeto y hasta el desprecio que me merecen quienes criminalizan, imputan y ridiculizan mi voto, pesa más que la tristeza, la rabia y la desconfianza que me producen aquellos a quienes se les escurre mi voto entre las manos, y… y eso me impulsa a “intentarlo otra vez”.
Así que haciendo acopio de la poca confianza que me queda,  construiré un voto de confianza y daré curso a mi voto en grado de tentativa… y si mis dedos pulgar e índice respetan las órdenes de mi cerebro dejarán caer, por la rendija de la madre urna, mi duda racional disfrazada de papeleta.

Espero contribuir a una respuesta motivada, seguida de una rectificación a esta frase:

SI ES CIERTO QUE TODOS SOMOS IGUALES ANTE LA LEY ¿POR QUÉ LA LEY SE EMPEÑA EN NO SER IGUAL ANTE TODOS NOSOTROS?

                                                 Alguien que confía en que su voto en grado de tentativa,
                                                 se convierta en un voto “testigo protegido”

                                                                                                                    Carlos Sarasa

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